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sexta-feira, 20 de maio de 2011

CARTA DE SANTIAGO A LOS CRISTIANOS - 4 Parte


NO TENGAS FAVORITOS

Lectura: Santiago 2:1-13

  Santiago explicaba que cuando sirvamos a otros, no tengamos favoritos.
  Los hombres que no tienen a Cristo, tienen favoritos. Santiago explico que si favorecemos a uno más que a otro, seremos manchados por El mundo (Santiago 1:27).
  Toda clase de gente asistía a las reuniones que los cristianos realizaban porque Dios los había llevado. Entonces, Santiago decía: Sean justos con todos – hombres y mujeres, ricos y pobres, huérfanos y viudas. Todas estas personas necesitaban escuchar el evangelio. Todas necesitaban comida y ropa. Por eso, los creyentes no podían favorecer a unos y descuidar a otros. “¿No escogió Dios a los pobres de este mundo para ser ricos en fe y herederos del reino que El prometió a los que le aman?” (Santiago 2:5).
 
  La fe coloca a todos los hombres a un mismo nivel. Todos los hombres son pecadores (Romanos 3:23). Nosotros mismos llegamos a la cruz siendo culpables ante un Dios Santo. En La iglesia cristiana no debe haber gente grande ni pequeña, porque todos pertenecen al pueblo de Dios.
“El rico los arrastra y los echa en la corte… Y son ellos quienes se burlaron de Jesucristo, cuyo noble nombre llevan ustedes”. (Santiago 2:6–7, traducción literal de The Living Bible). Estas personas muestran favoritismo y rompen la ley verdadera, es decir, la ley del amor. “Porque cualquiera que guarda toda la ley, pero tropieza en un punto, se ha hecho culpable de todos” (Santiago 2:10). Así, vemos que: a) la ley del amor está sobre toda la ley (Romanos 13:8-9); b) el Rey de reyes da la ley a su pueblo; c) toda la ley se resume en el amor – si no amamos a los demás, hemos roto la ley de Dios; d) la ley de Dios es amor de Dios.

Discusión:
1. ¿Por qué es fácil para una persona mostrar favoritismo a un rico?
2. ¿Cómo podemos amar al prójimo como a nosotros mismos?

LA FE AUMENTA LAS BUENAS OBRAS
Lectura: Santiago 2:14–26
  La única forma de complacer a Dios es que el amor de Cristo nos apremie o, en otras palabras, nos controle (2 Corintios 5:14). El Rey de reyes envió su ley, pero sólo aquellos que la aman, la guardan.  Esa ley es la ley verdadera del amor para todos los hombres y mujeres.
  “¿De qué sirve, hermanos míos, si alguno dice que tiene fe, pero no tiene obras?” (Santiago 2:14). Si un cristiano no tiene obras de amor, no está guardando la ley verdadera del amor. Ahora bien, todos los hombres tienen cierta medida de fe. Cada vez que nos sentamos en una silla,
tenemos la fe que ésta no se romperá y nos hará caer. Pero la fe para salvación es totalmente diferente. Tener fe para salvación es creer en La muerte de Cristo en la cruz. Esa fe nos hace creer que Cristo murió por nosotros y en nuestro lugar. Esa fe es para testificar y servir a Cristo
(Romanos 10:10). Esa es la fe que tenemos para compartir con los hermanos en Cristo.
 
  Ésa era la fe de la que escribió Santiago: el tipo de fe que cambia al hombre, y que hace nacer amor de su corazón cambiado. El hombre que es salvo se preocupa por otros y todas sus obras demuestran que él ES diferente. Cuando ve la necesidad de otros que no tienen ropa o comida,
los ayuda (Santiago 2:16).
LA PERSONA QUE NO ES SALVA, NO TENDRÁ VIDA ETERNA
  El hombre que no es salvo supone que con sus buenas obras tendrá vida eterna. Sin embargo, Jesús dijo que la gente que sólo hace buenas obras no tendrá vida eterna. Solo los pecadores que son salvos son los que tendrán vida eterna, porque los pecadores entienden que necesitan a
Jesús y reciben la ofrenda de su vida. Jesús dijo: “Yo soy el camino, y La verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Todas las religiones confían en que las buenas obras les darán salvación, pero en realidad, sólo la fe en Cristo puede salvar al hombre de su pecado. La
Biblia nos muestra esto claramente.

Discusión:
1. ¿Puede recibir salvación la gente que confía en sus buenas obras, pero no tiene a Cristo?
2. Haz una lista de buenas obras.

LA FE EN CRISTO ES EL PUNTO INICIAL
  La Biblia dice que sólo por gracia es como obtenemos la salvación (Efesios 2:8-9). Después de que somos salvos, debemos hacer obras de fe. Las dos cosas deben ir juntas. Éstas son: 1) “Cree en el Señor Jesús, y serás salvo” (Hechos 16:31); y 2) “…servíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5:13). La fe en Jesucristo es el punto inicial. A la Fe agregamos obras. Las obras crecen a causa de nuestra fe. La fe es como la raíz, y las obras son como los frutos. Las obras de nuestra fe salen para que otros las vean. ¿Qué sucede si una persona dice que tiene fe, pero roba? ¿Qué pasa si se emborracha cada día de pago? ¿Tiene esa persona una fe verdadera?

  Ahora bien, las obras que hagamos deben ser obras de justicia, no solo cualquier tipo de obras. Debemos realizar nuestras obras en El nombre de Jesús. Todas las buenas obras deben honrar a Dios y bendecir a otros.
  “Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan” (Santiago 2:19). Lo que creemos en nuestros corazones es lo que confesamos con nuestra boca: Jesucristo es el Señor (Romanos 10:9), y nosotros vivimos para complacerle. Muchos creen em él, pero no tienen la fe que los salva. No es suficiente creer que Dios existe; la verdadera fe es la que nos lleva hacia una vida cambiada y que produce buenas obras. La fe y las obras son como los remos de una
barca. “…¿estás dispuesto a admitir, oh hombre vano, que la fe sin obras es estéril?” Para dar un ejemplo de que la fe va acompañada de obras, Santiago nos lleva al Antiguo Testamento.

EL EJEMPLO DE ABRAHAM
  “¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre cuando ofreció a Isaac su hijo sobre el altar?” (Santiago 2:21, Génesis 22). “Ya ves que la fe actuaba juntamente con sus obras, y como resultado de las obras, la fe fue perfeccionada”. Abraham estuvo dispuesto a colocar a su hijo Isaac
sobre el altar. Esto fue un acto de adoración. Él estuvo dispuesto a dar lo mejor que tenía. Él ofreció su amado hijo a Dios. Esta acción mostro la gran fe de Abraham. Su fe y sus actos estaban unidos para realizar La voluntad de Dios; no podían estar separados.
  Ya que Abraham actuó por fe – es decir, confió totalmente en Dios – fue justificado ante Dios. Dios lo vio como si nunca hubiera pecado. El momento en que un hombre nace de nuevo por el Espíritu de Dios, es justificado ante los ojos de Dios (Romanos 5:1).

EL EJEMPLO DE RAHAB
  De la misma manera, Rahab, la mujer cananita, fue justificada por sus obras. Ella arriesgó su vida para esconder a los espías israelitas que llegaron a su ciudad (Santiago 2:25; Josué 2). La fe de Rahab estaba en el Dios Todopoderoso. Cuando ella se enteró de los actos poderosos que Dios había hecho, creyó en Jehová, el Dios viviente de Israel.
  Jehová no era el Dios de su nación. Rahab servía a ídolos, pero dejó a esos ídolos para poner su fe en Dios. Cuando los espías israelitas llegaron a su casa, ella agregó obras a su fe. Arriesgando su propia vida, ella los escondió y los ayudó a escapar. Ella confiaba en que el Señor Dios la
salvaría a ella y a su familia. En el libro de Hebreos, Dios llamó a Rahab “justa” porque tuvo fe (Hebreos 11:31).
  Nosotros vemos muchas obras de valentía en el mundo, pero muchas de ellas se hacen sin tener fe en Dios. Éstas son ‘obras muertas’, y no cuentan para nada porque Dios no recibe la honra por ellas
(Hebreos 9:14).

Discusión:
1. ¿Qué debemos decir al hombre que habla mucho acerca de su fe, pero hace muy poco para ayudar a otros?

2. ¿Qué obras de fe podría realizar:
un cristiano en su centro de estudios?
una esposa recién casada?
un nuevo creyente que está en el ejército?
un abuelo o una abuela?

Pesquisa: Pastor Charles Maciel Vieira

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